La pieza representa a Santa Clara (1194-1253), fundadora de las Franciscanas, en el momento en que, según cuenta su biógrafo Tomás de Celano, para salvarse ella y sus monjas de los sarracenos, que sitiaban la ciudad de Asís, hizo sacar a la puerta del Monasterio de San Damián el eucarístico Sacramento, y haciendo delante de él la oración "Ne tradas, Domine, bestiis animas confitentes tibi", a pesar de encontrarse muy enferma, oyó responder "Ego vos semper custodiam", tras lo cual los sarracenos abandonaron repentinamente el sitio del monasterio.